jueves, 8 de abril de 2010

25.-EL PUENTE DE HIERRO

Para esta parada os proponemos este poema de Luis Montoto, el poeta sevillano, fechado el 19 de septiembre de 1879, en el día en que se inauguró la primera vía férrea en Écija y extraído del libro de Ramón Freire Gálvez: " Écija lo que no conocimos… lo que perdimos".


Rompiendo la densidad

de las sombras, arrogante

sigue su marcha triunfante

la joven humanidad:

La ampara la libertad

en lucha con el error:

y esforzado lidiador

en los campos de la idea,

reconoce en la pelea

un solo dueño: el amor.

Por él protesta, valiente,

de la esclavitud que infama;

de la libertad la llama

alumbra sobre su frente,

más tiranos no consiente,

y en generoso tormento,

y en generoso ardimiento

prefiere sobre la tierra

al incendio de la guerra

el fuego del pensamiento.

El pensamiento; la luz

que a su destino la guía

de la noche oscura y fría

Rasgando el negro capuz.

No teme la inhiesta cruz,

ni teme el blanco sudario,

padecer es necesario

para vencer el error.

¡Quién no sabe que el amor

tiene siempre su calvario!.

Si el amor, que Dios ampara,

enlaza los corazones,

une, también las naciones.

Que el egoísmo separa,

busca de la tierra avara

los tesoros escondidos,

junta mares divididos,

iguale el monte y el llano,

y por invisible mano

tiene a los hombres reunidos.

Écija, ciudad galana,

nacida con gracias mil

de las brisas del Genil

y a la luz de la mañana,

a la que un río engalana

cual leve cinta ondulante,

y en cuyos brazos, amante,

ha tiempo que estás dormida,

vuelve animosa a la vida,

despierta y grita: ¡Adelante!

La de humo, blanca diadema

con la que adornas tu sien,

si es del progreso, también

es del trabajo el emblema,

si noble entusiasmo quema

tu corazón y tu brío

correo a la par de ese río

del que eres tú la señora,

la rauda locomotora

cantará tu poderío.

Surge otra vez de la vida

al armónico concierto,

tú no has sido un pueblo muerto,

sino una ciudad dormida,

el progreso te convida

con su conquista mejor,

de un nuevo día el albor

alumbra tu faz riente,

ornando tu altiva frente

con sus nubes el vapor.

De venturas nunciadora,

venciendo llanos y montes,

hoy salva tus horizontes

la hirviente locomotora.

De la distancia señora,

llega a tu mismo regazo,

y rompiendo el doble lazo

que te oprime en el destierro,

con fuertes brazos de hierro

te da el progreso un abrazo.

Luis Montoto.

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